"Apollon", Agosto 1999
Desde el
descubrimiento de Quirón en 1977, los astrólogos experimentaron y exploraron
sus temas, escucharon los nuevos relatos que resuenan sobre su antiguo mito y
llegaron a una cierta comprensión de su impacto arquetípico. Ahora, cerca de
veinte años después, Liz Greene ve a Quirón como esencial para profundizar
nuestra comprensión de la conciencia solar, pues, para elegir vivir la vida a
pleno, debemos encarar esa parte nuestra que más bien busca la muerte.
La voluntad de vivir
es un gran misterio. Todo médico,
cualquiera sea su experiencia en enfermedades con riesgo de vida, sabe que
dicha voluntad puede afectar el bienestar tanto físico como psicológico, y que
la supervivencia frecuentemente depende de la voluntad de vivir del enfermo más
que de los tratamientos médicos administrados. La voluntad de vivir tampoco es necesariamente
lo que proclamamos sentir. Podemos proclamar
que queremos vivir, pero en algún lado, dentro nuestro, queremos "ir a
casa", y este anhelo de olvidar puede ser más poderoso que cualquier
declaración conciente o intención de "mejorar". Algunas personas reaccionan ante el conflicto,
el dolor y la desilusión, con una respuesta creativa que transforma su
perspectiva y hasta su circunstancia. Otros se vuelven amargados y desesperanzados y
viven en un mundo gris y tenebroso o pierden totalmente su voluntad de vivir. Entre aquellos que han renunciado
internamente, no están sólo los suicidas activos, sino también aquellos
arquitectos de sus propios "accidentes fatales", quienes, aún
inconcientemente, están incentivados por un poderoso anhelo de llegar al final
del sufrimiento y la desdicha. El comportamiento
autodestructivo no siempre implica el gesto obvio de tomar un frasco de
píldoras o usar un cuchillo para cortarse las venas. No existe una fórmula fácil para determinar por
qué algunos individuos enfrentan los desafíos de la vida, a pesar de sufrir
severos infortunios y limitaciones, mientras otros dan la espalda a su futuro,
aún si la suerte los favorece. Además,
no siempre, la pérdida de la voluntad de vivir puede tener como resultado la
autodestrucción. Puede expresarse como
el impulso de destruir a otros, como si, en un nivel profundo e inaccesible, la
proyección de la desesperanza y la victimización de otros le diera, al
individuo que sufre, la ilusión de que es fuerte y está controlando su vida. De esta manera, la persona que, secretamente,
ha perdido la voluntad de vivir puede, en extremo, tratar de privar a los otros
de la alegría -y quizás aún de la vida-encontrando una víctima propiciatoria
que pueda cargar con toda la desesperación que siente dentro suyo.
El misterio puede
tener su origen, como muchos misterios, en el enigma del carácter individual
inherente, y la carta natal puede darnos amplia comprensión de los modelos que
apuntalan ese carácter. Para cualquier polaridad que se da en la vida, nosotros,
como astrólogos, siempre necesitamos buscar una polaridad entre los planetas, y
ésta de esperanza versus desesperación, de la voluntad de vivir versus
desesperanza, puede ser iluminada, al menos en parte, a través del simbolismo
de la polaridad entre el Sol y Quirón.
No creo que podamos
comprender realmente el significado de ninguno de esos planetas sin considerar
el del otro. Aunque no estén realmente
formando un aspecto en todas las cartas personales, no obstante, ambos están
presentes en todas ellas constituyendo una energía dinámica dentro de la
personalidad. Un aspecto directo agudiza
esta dinámica y frecuentemente se transforma en el foco del viaje personal,
pero la polaridad existe en cada uno de nosotros. Todos los planetas hasta e incluyendo a
Saturno, sirven al desarrollo del ego individual, especialmente simbolizado por
el Sol, de hecho, podemos aún decir que los planetas personales
"sirven" al Sol como centro de la individualidad. Pero Quirón yace en
la interface entre Saturno y los planetas exteriores, por eso mediatiza las
cuestiones colectivas que impactan y hieren al individuo. Por su naturaleza, la
implicancia colectiva de Quirón, significa algo colectivamente "no
cicatrizable" porque la herida existe en lo colectivo y es ancestral. Por su naturaleza, el Sol refleja el sentido
de finalidad y significado de vida de cada individuo, y éstos están íntimamente
ligados a la voluntad de vivir y de llegar a ser uno mismo. Cada uno de estos planetas necesita al otro,
pero si la balanza se inclina mucho para un lado o para el otro, pueden
sobrevenir ciertos problemas psicológicos. Seguidamente hay una lista de "palabras
claves" que puede ser de ayuda para entender la relación entre el Sol y
Quirón. Me gustaría primero explorarlas
en más detalle y luego ver lo que puede pasar cuando el Sol trabaja contra
Quirón, y lo que puede pasar cuando trabajan juntos. Después de una breve
descripción de ambos planetas, el ejemplo de una carta puede ayudar a ilustrar
la misteriosa dinámica entre el Sol y Quirón.
Temas claves
El sol
Destino individual Sentido de significado Esperanza para el futuro Auto-confianza Generosidad Identidad individual separada de la familia y la sociedad El poder de crear La habilidad para jugar El niño divino |
Quirón
Las frustraciones e imperfecciones colectivas Desilusión Los ideales frustrados Ineludible sensación de estar herido Amargura y cinismo Daño físico y psicológico Aceptación de los límites mortales Búsqueda de la comprensión Compasión |
El Sol trabajando en contra de Quirón
Depresión Pérdida de confianza Sensación de daño permanente Cinismo Expectativa de fracaso Sentido de victimización o de ser víctima propiciatoria Deseo de victimizar o hacer del otro una víctima propiciatoria Proyección de inferioridad sobre otros Pérdida de la voluntad de vivir |
El Sol trabajando junto a Quirón
Sabiduría Paciencia para afrontar aquello que no puede cambiarse Tenacidad y firmeza Entendimiento de patrones profundos Melancolía que lleva a lo profundo del pensamiento y de los sentimientos Decisión de contribuir al bienestar de los demás Compasión Sentimientos de ser especial atemperados por la aceptación de los limites humanos Activación de la voluntad de vivir |
El significado del
Sol
No perderé tiempo en
describir el significado del Sol pues ya lo he hecho ampliamente en varias
oportunidades. En resumen, el Sol representa la esencia de la divinidad
individual viviente(o, si se prefiere, un término menos "espiritual",
el impulso vital), encarnado en una forma humana, con los límites de una vida
individual y que se expresa a sí mismo con una naturaleza y propósito
específico. A través del Sol nos experimentamos como únicos, especiales y
nacidos con algo para aportar a la vida. Para parafrasear lo expresado por
Charles Harvey en una conferencia, el Sol, dentro nuestro, hace que nos
conectemos con el macrocosmos y nos experimentemos como parte de algo eterno.
Esta experiencia interna nos transmite, no "felicidad" en el sentido
coloquial ordinario, sino una profunda serenidad y esperanza que surge del
sentimiento de vivir una vida útil y significativa. Podemos llamar a esto una experiencia de
"destino individual", porque el Sol refleja aquella parte nuestra que
sabe que estamos aquí para concretar un propósito específico. Apolo fue, en el mito griego, el dios que
disipaba la oscuridad de la maldición familiar y liberaba al individuo de las
ataduras de un "pecado" ancestral. El sentido del significado y
propósito individuales puede verdaderamente liberarnos del sentimiento de estar
atrapados en el pasado familiar. El Sol también nos da un sentido de futuro
individual, confianza en nuestro propósito y la convicción interna de que
estamos "yendo a algún lado". Es
el Sol el que nos permite pelear, para liberarnos a su vez del sentimiento de
futilidad e inutilidad, y el que afirma nuestro valor único aún si nuestras
circunstancias son penosas.
La experiencia
interna de destino, significado y esperanza individuales nos brinda, a su vez,
auto-confianza y una creencia en la bondad esencial de la vida, y esto puede
ser una poderosa fuerza curativa tanto a nivel físico como psicológico. Si la
expresión del Sol está bloqueada, ahogada, o poco desarrollada por alguna
razón, -por heridas infantiles, por ejemplo, o por conflictos internos
reflejados en la carta- a la persona le resulta muy difícil sentir que tiene el
derecho a estar viva por sí misma. Las
dificultades de la vida pueden, entonces, amplificarse porque no hay sensación
interna de ser especial ni esperanza de la cual nutrirse. En la carta, el poder de creación depende del
Sol porque cuando creamos algo, nos entregamos a algún "otro", dentro
nuestro, al cual le confiamos que traerá buenos frutos. La creatividad requiere un acto de confianza.
También el juego, donde nos entregamos al fluir del poder imaginativo que nos
hace sentir alegres. El símbolo más
antiguo de este poder solar, creativo y juguetón, es la imagen del niño divino,
que personifica lo eternamente joven e indestructible dentro nuestro.
El significado de Quirón
En el arte
grecorromano, Quirón es siempre representado llevando un niño sobre sus
espaldas. Pero a pesar de este emblema de esperanza, la figura del Rey de los
Centauros es trágica. Vale la pena reiterar el mito, que es frecuentemente
distorsionado o mal relatado por ser tan penoso. En el mito, Quirón no se
vuelve un curador por haber sido herido.
Esa es una
reinterpretación optimista que intenta darle un sentido al dolor de la vida
asignándole un significado y propósito específicos: desarrollar la compasión y
la sabiduría para curar a otros a raíz de nuestro propio dolor. Esta reinterpretación del mito es válida como
una forma de trabajar con las heridas propias. Pero el dolor de Quirón no servía a tan nobles
propósitos en el relato verdadero. El ya era maestro y curador antes de ser
herido. Podría inferirse que él ya está herido porque sufre de aislamiento,
aunque es un Centauro, y por lo tanto, miembro de la tribu de criaturas que
simbolizan el poder del instinto natural, él es en sí mismo civilizado, y esto
mismo es lo que lo separa de su tribu. Quirón,
en este contexto, representa al animal sabio, el poder natural que por su
propia voluntad ha escogido servir a la evolución y a la conciencia humanas,
más que permanecer ciegamente sujeto a las compulsiones instintivas del reino
animal. Como el "animal que
ayuda" de los cuentos de hadas, Quirón vuelve su espalda al salvajismo de
su naturaleza instintiva para servir al modelo evolutivo, el cual considera es
el camino a seguir para la totalidad de la vida.
Pero Quirón está en
el lugar y momento equivocados. Es
atrapado entre Hércules, el héroe solar que personifica la fuerza del ego
humano, y los salvajes e indómitos Centauros a quienes Quirón mismo ha dejado
atrás. Quirón no toma partido durante la encarnizada batalla, pues él simpatiza
con los dos. Quizá, por este rol
mediador, que lo ha privado de su agresión natural, es accidentalmente herido
por una flecha envenenada apuntada a otro Centauro; y la herida no sana, no
importa cuál sea el método curativo que le aplique. Finalmente se retira a su caverna, aullando de
angustia, rogando morir. Zeus y Prometeo se apiadan de él y le conceden la
gracia de la mortalidad, permitiéndole morir en paz como cualquier mortal, a
pesar de haber sido un dios.
Este terrible relato
implica una condición de injusticia en la vida que es dura de aceptar para
cualquiera, y quizá aún más para los individuos idealistas involucrados en
estudios tales como la astrología. Queremos
creer que la vida es justa, que la bondad es premiada y la vileza castigada,
por lo menos en alguna otra encarnación si no lo es en ésta. Aquí hay una
criatura buena que sufre por una falta que no le pertenece, una víctima de la
inevitable batalla entre la evolución y la inercia, entre la conciencia y el
instinto ciego. Quirón es una imagen de aquello que ha sido herido en nosotros
injustamente por la vida, y por condiciones ineludibles que reflejan
frustraciones e imperfecciones en la psiquis colectiva que es infaliblemente
tosca en sus esfuerzos por progresar. A
raíz de que los seres humanos somos tanto héroes solares como animales
salvajes, y de que nuestros esfuerzos por civilizarnos a nosotros mismos
produjeron, a lo largo de la historia, resultados desastrosos, tenemos un
legado de dolor infligido injustamente, que repercute a través de generaciones.
Los daños físicos y psíquicos, cuyas
causas yacen, no en el fracaso individual o aún familiar, sino en una herencia
genética o desastres colectivos como el Holocausto o la pesadilla actual en
Kosovo, pertenecen al reino de Quirón. En estas esferas nuestros esfuerzos
individuales inflamados por el Sol, refinados y concentrados por los planetas
interiores y a los que da forma y fortaleza Saturno, son desbaratados o dañados
por fuerzas de la vida, la historia, la sociedad, y la psiquis colectiva, sobre
las cuales no tenemos control y por las cuales, como individuos, no podemos ser
culpados.
Semejante choque con
las inevitables imperfecciones de lo colectivo pueden dejarnos llenos de
amargura y cinismo. Podemos castigar a otros porque nos sentimos mutilados,
heridos e irredimibles. O podemos castigarnos a nosotros mismos. Pero si
logramos avanzar más allá de la negra bilis de la amargura, y si somos lo
suficientemente persistentes en la búsqueda de respuestas, podemos por cierto,
hallar una respuesta; aún si la respuesta es que no hay respuesta, y que
debemos aceptar los límites de la existencia mortal. La aceptación es uno de los regalos de Quirón,
y es diferente a la resignación autocompasiva. La gracia de la muerte, obtenida por Quirón,
puede comprenderse como un símbolo de la aceptación de la mortalidad, y
constituye una transformación que, aún si no puede curar lo incurable o alterar
el pasado, puede cambiar radicalmente nuestra perspectiva de la vida. A través
suyo aprendemos compasión, aunque de una clase limitada. La compasión de Quirón
es la compasión de un cojo por el otro. Podemos sentir una profunda empatía por
aquellos que han sido heridos como nosotros, pero sin el calor y la luz del
Sol, tal vez no encontremos la generosidad para movernos más allá del círculo
estrecho de aquellos cuya aflicción específica refleje la nuestra, y ver que la
vida nos ha lastimado a todos, de una u otra manera.
Quirón como víctima propiciatoria: el herido se transforma en agresor
Hay muchas etapas en
el proceso que representa Quirón, comenzando por su herida y terminando con su
transformación en un ser mortal y el alivio de su sufrimiento. Estas etapas encierran rabia, furia, el deseo
de lastimar a otros, amarga resignación, autocompasión, sentimiento de
victimización, y finalmente, la aparición del deseo de comprender los patrones
universales que yacen más allá del dolor personal. Si en cualquiera de estas
etapas fallamos en enfrentar lo que nos está pasando, podemos quedarnos fijados
en el rol de victimario y actuar alguno de los rasgos menos atractivos de
Quirón. Quirón es, después de todo,
herido en su mitad animal, y los animales no se caracterizan por su actitud
filosófica cuando son heridos. Aquellos que tienen el vigor necesario tienden a
morder a su vez.
Por ser tan relevante
para la situación mundial actual, he elegido para hacer una breve reseña, la
relación entre el Sol y Quirón en la carta de Slobodan Milosevic, quien, al
momento de escribir este artículo, ostenta el dudoso honor de personificar todo
lo que hayamos más aborrecible en la naturaleza humana. No hace mucho, Adolf
Hitler, ostentó este honor; sin duda otros, igualmente calificados, los
seguirán en el futuro. Si Milosevic es o
no el verdadero perverso que algunos pretenden, o un ser humano que ha sido dañado
insufriblemente y se transformó por esto en una fuerza destructiva, no es una
respuesta que pueda dar ahora. Esta
cuestión forma parte de innumerables debates dentro de las profesiones
curativas y propone el acertijo imposible de resolver acerca de si el deseo de
destruir proviene del carácter heredado, o si es producto de haber recibido en
la infancia un daño llevado a extremos espantosos. Como con todos estos acertijos, la respuesta
probablemente, yace en una combinación de ambos. Pero me parece, revisando esta
carta en el contexto de la actual situación en Yugoslavia, que podemos aprender
mucho de lo que sucede si la herida de Quirón no es tratada en un nivel
interior. Milosevic no ha dado muestra
alguna de haber perdido la voluntad de vivir. Él es, aparentemente, lo opuesto: un tenaz
sobreviviente que hallará cualquier manera de retener su posición de poder cualquiera
sea el costo para los demás. Son los
otros quienes, han perdido a manos de Milosevic, no sólo el deseo de vivir,
sino también sus vidas reales. Sin
embargo el retrato interior es un poco diferente.
Slobodan Milosevic
20 de agosto de 1941, 22: 00 MET Pozarevac, Yugoslavia Fuente: Hans Hinrich Taeger, Internationales Horoscope Lexikon, Band 4, Verlag Hermann Bauer, Freiburg im Breisgau, 1998. Taeger clasifica esta carta como Grupo 2 P asegurando que es bastante confiable y que se dedujo de relatos autobiográficos. |
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En esta carta Quirón no está aspectando el Sol. De cualquier manera es poderoso a través de sus conjunciones con la Luna y Plutón en Leo, todos ellos ubicados en la 4° casa en cuadratura con Tauro en el Ascendente. El Sol está en la 5° casa en su propio signo de Leo, y es por lo tanto, el dispositor de Quirón. La relación dinámica entre el Sol y Quirón en esta carta no se da a través de un aspecto directo, sino a través de la polarización de la 5° casa auto-expresiva y con un tinte mitológico, con Sol en Leo; y la Luna, sombría y herida de la 4° casa, con su herencia de muerte y destrucción no sólo en la familia inmediata, sino también en la memoria ancestral de agravios a la psiquis colectiva en la que Milosevic nació. Muchos serbios guardan una ira de cientos de años contra el mundo musulmán por la ocupación que hicieron de sus tierras los turcos otomanos en el siglo XIII. La comunidad albanesa musulmana es percibida como una mera continuación de aquel ultraje ancestral. La Luna en la 4° casa percibe esas cosas personalmente como si hubieran ingerido esa memoria arcaica a través de la leche de sus madres.
La opresión del
régimen comunista de Tito también es relevante aquí, con su repudio por la
individualidad leonina. Milosevic es,
por supuesto, comunista y la única salida para un doble leonino con esa
ideología política, es el poder. Pero
aunque el poder pueda satisfacer la urgencia del Sol por crear, no puede curar
la herida de la Luna en Leo que anhela ser especial y amada. No es probable que esta persona, sin agua en
su carta natal y con la dura disciplina interna de una conjunción Saturno-Urano
en cuadratura con el Sol y Mercurio, reconozca o admita el origen de su
sufrimiento, porque las emociones, especialmente aquellas que siente la víctima
vulnerable, son aterradoras. Uno no
sobrevive si siente. Uno sobrevive si
lucha; el Sol está en trino con Marte dignificado en Aries, en la 12° casa, la
cual es por sí misma, un canal para el sueno de heroísmo colectivo ancestral. El poder Plutón-Quirón que lastima a la Luna
es percibido afuera, en un pueblo vulnerable que es visto como un enemigo
poderoso. Como siempre que uno proyecta partes de uno mismo hacia afuera,
Milosevic vive en el salón de los espejos.
Analizar los motivos
de una persona como Milosevic puede ensenarnos mucho acerca de nosotros mismos.
Por supuesto es fácil decir: Ah
naturalmente él se comporta así porque su "no sé qué" está en
"no sé dónde", aspectando a "tal y tal". Este es un juego que todos los astrólogos
jugamos, especialmente cuando nos permite sentirnos superiores. Sin embargo, la conjunción en la 4° casa de
Milosevic habla, no de un comportamiento inevitable sino, de una profunda
herida ancestral, transmitida y representada por la familia inmediata. Los padres de Milosevic se suicidaron ambos,
un hecho que sin duda exacerbó y jugó un papel en el sabor oscuro,
característico de esta conjunción. Este
hombre enfrentó la muerte y el abandono total a muy temprana edad, por lo
tanto, la supervivencia no puede estar nunca garantizada para él. Quirón-Plutón es también una marca
generacional, como lo es también la conjunción Saturno-Urano, y ambas
ocurrieron y reflejaron el horror de la Segunda Guerra Mundial.
Esos niños nacidos
con este par de conjunciones saben bien, en su sangre y en sus huesos, que la
vida no es segura, y que la inocencia y la bondad no son garantía de
supervivencia. Esto se aplica aún si uno
ha nacido en un medio relativamente "seguro", fuera de la arena de la
guerra. Por debajo de la Saturnina piel
de la individualidad, la psiquis colectiva asegura que todos nosotros
participemos y encarnemos en algún nivel, oscuro o luminoso, la época en la que
nacemos. Que Milosevic es un hombre
profunda, salvaje y quizá irrevocablemente herido, está fuera de dudas. Que él siempre ha tenido la capacidad de
elegir qué hacer con esa herida, también está fuera de dudas, y todos nosotros
sabemos cómo él elige expresarla. La
ferocidad de su herida interna es proporcional a la que él ha infligido en
cientos de miles de personas inocentes. Quirón
y su dolor, inflamado por la furiosa lucha plutoniana por sobrevivir, sugiere
aquí la profunda convicción de que sólo a través de la muerte de aquellos
percibidos como destructores, puede asegurarse la propia supervivencia. Afortunadamente los lectores de este artículo
no se inclinan por tomar el camino de Milosevic. A él se lo puede despreciar y
odiar fácilmente. Sin embargo, podemos
llegar a ser más parecidos a él de lo que creemos, en pequeñas formas que
juzgamos como no importantes, pero que, no obstante, revelan la penosa lucha
que experimentamos al encarar y soportar honestamente nuestras propias heridas,
más bien que al encontrar algún otro respecto del cual sentirnos superiores y
con cuyo sufrimiento podemos secretamente deleitarnos.
Lucha y síntesis
El psicoanalista
Michael Balint escribió que en el núcleo de toda enfermedad, tanto física como
psicológica, hay una herida fundamental, una lucha o conflicto interno que
parece insuperable y que puede generar amargura, rabia y la pérdida de la voluntad
de vivir. No hay en esta afirmación
ninguna implicancia de culpabilidad individual, sino más bien la sugerencia de
que si el conflicto puede traerse a la conciencia, hay una buena chance de que
el curso de numerosas enfermedades físicas y psicológicas pueda ser alterado o
enfrentado con un espíritu diferente y más positivo.
Si Quirón trabaja
contra o abruma al Sol, el resultado puede ser la depresión, pérdida de
confianza y una sensación de daño o herida permanente. Uno se vuelve cínico, como dice Mefistófeles
de Goethe "Soy el espíritu de la negación". Uno espera el fracaso y, porque lo espera,
probablemente lo encuentre. La sensación
de ser victimizado o de ser el chivo expiatorio puede ser muy intensa; o
podemos proyectar el estar herido en otros y victimizarlos o tomarlos como
víctimas propiciatorias. Si caemos en desconocer nuestra sensación interna de
amargura y de estar heridos, podemos volvernos arrogantes y subirnos al caballo
de nuestro grandioso logro espiritual, mirando por encima del hombro a aquellos
que juzgamos están menos evolucionados que nosotros. También podemos volvernos
intolerantes y hasta crueles con aquellos que inadvertidamente nos recuerdan
que estamos lastimados. Y así la herida
se mantiene abierta en la oscuridad.
Sin embargo, la
imagen grecorromana de Quirón cargando al niño divino en sus espaldas, nos
habla también de que estos dos símbolos antitéticos pueden trabajar juntos. En
el mito, Quirón es el maestro del niño, aquél al que se le confiaba el cuidado
y la educación del príncipe que llegaría a ser rey. Esta es una imagen rica y
esperanzadora del rol que nuestro incurable mal puede jugar en la educación de
la persona en la que estamos en camino de convertirnos. Somos capaces de encontrar una cualidad de
serenidad y sabiduría que emerge de la paciencia con que afrontamos aquello que
no puede cambiarse. También podemos
desarrollar fortaleza y firmeza, y perder el sentimentalismo que hace de tantos
idealistas personas totalmente ineficaces para alcanzar sus sueños. Además podemos vislumbrar los modelos más
amplios, más profundos: la lenta y dolorosa evolución de lo colectivo, del cual
somos parte, y con el que debemos compartir responsabilidades. Los errores y desastres colectivos no son
"sus" errores, la suciedad humana nos pertenece a todos. Podemos denigrar a Milosevic, y es correcto
hacerlo, sin embargo, cada vez que nos burlamos con desprecio de cualquier
grupo minoritario racial, religioso o social o que tratamos disimuladamente de
hacerles la vida más difícil a las personas que nos recuerdan nuestras propias
imperfecciones, estamos desplegando una pequeña parte de él en nosotros. He conocido gente muy vocinglera,
políticamente correctas, que al retirarse detrás de las puertas cerradas de sus
casas se transforman en pequeños Adolfos y Slobos para con sus parejas e hijos.
Puede ser sabio recordar que las
colectividades eligen sus líderes, y cuando esas pequeñas porciones de víctimas
mutiladas dentro de cada uno de nosotros se entremezclan, entonces nos inclinamos
a poner en el poder a una persona que cumplirá el deseo del herido y del
heridor de cada uno de nosotros. Antes
de asignar el origen del mal presente a figuras como Milosevic, haríamos bien
en mirarnos en el espejo.
La melancolía que
Quirón puede generar, entibiada por la luz del Sol, también puede llevarnos a
tener profundidad de pensamientos y sentimientos y a movilizar en nosotros la
determinación de contribuir al bienestar de los demás. Podemos encontrar una clase diferente de
compasión, no sólo por aquellos que han sido lastimados de la misma forma que
nosotros, sino por gente cuya experiencia no se iguala necesariamente a la
nuestra, pero que, sin embargo, merecen compasión por el sólo hecho de que
todos somos seres humanos. Si uno ha
perdido un ojo, es fácil sentir simpatía por los tuertos como nosotros y odiar
a aquellos que son lo suficientemente afortunados como para disfrutar de una
visión completa. El Sol trabajando con Quirón puede engendrar suficiente
generosidad de espíritu como para reconocer que todos los seres humanos sufren
por el sólo hecho de estar solos y de ser mortales, y que esa herida específica
no es mas "especial" o más merecedora de compasión que otras. Es posible que aquellos que proclaman su
compasión por los albaneses de Kosovo, también sean los que tengan poca
compasión por sus vecinos negros o gays o judíos o paquistaníes o, los que
patean a su perro sólo para aliviar su estrés. El Sol trabajando con Quirón anula tales
hipocresías para llevarnos a compartir la esencia del oculto corazón humano. Más importante aún, el Sol trabajando con
Quirón puede activar la voluntad de vivir, no solo en un ciego nivel egoísta,
sino a causa de que el sentido de finalidad personal se ha combinado con el
sentimiento de empatía por la lenta y penosa lucha hacia la luz que existe en
toda cosa viviente.
El Sol y Quirón en aspectos directos
A aquellos que tienen
un aspecto directo entre el Sol y Quirón les es posible conocer, en un nivel
profundo, cómo la injusticia de la vida puede dañar el espíritu, y si son
capaces de tomar el desafío de esta combinación de planetas, pueden también
dedicar su considerable energía y fortaleza a dejar el mundo como un lugar
mucho mejor de lo que era cuando llegaron a él. Hay muchos ejemplos de gente
"famosa" con aspectos entre el Sol y Quirón, que ilustran este punto;
para este fin es bueno consultar cualquier compendio de cartas natales, tales
como el Taeger's Internationales Horoskope Lexikon. Pero más que hacer hincapié
en famosos, me gustaría mencionar brevemente a dos personas conocidas, quienes
me consultan por sus cartas, ambos con el Sol en conjunción con Quirón, que
ejemplifican la clase particular de dolor que Sol-Quirón puede sufrir. Una de
ellas también personifica la clase de resolución creativa que es posible.
La primera, una mujer
con el Sol en conjunción con Quirón en Capricornio en la 9° casa, experimentó
la herida de Quirón en la esfera religiosa (como es de esperar del
emplazamiento en la 9° casa) por haber nacido en una familia judía ortodoxa,
muchos de cuyos miembros murieron en el Holocausto. Ella heredó una profunda amargura y
desconfianza por la gente y la vida, basada no sólo en su propia experiencia,
sino además en una percepción heredada de ser el chivo expiatorio en un mundo
hostil. Esta herida incluyó también, una
corriente actitud judío-ortodoxa en torno a la inferioridad de las mujeres,
manifestada a través de ciertos tabúes acerca del cuerpo. Una amalgama de experiencias culminantes que
explicitaban la injusticia de la vida, generó en esta mujer un profundo veneno
y cinismo y una convicción aparentemente inamovible de que ella era menos que
nada. Como resultado se victimizó a sí
misma comiendo compulsivamente y manteniendo una cadena de relaciones
destructivas. La identificación con la víctima propiciatoria, la opresión de un
furibundo perseguidor interno, y la sensación de un cuerpo imperfecto e
inferior, fueron las grandes áreas en las que ella trabajó en su psicoterapia
durante muchos años, con ocasionales pedidos que me hacía de actualización de
su carta. Llevó mucho tiempo que ella
pudiera pelear su camino fuera de la herida de Quirón y experimentara el
respeto y amor por sí misma propio del Sol. Sin embargo, engancharse de la experiencia de
victimización puede, a veces, ser una manera de sentirse especial. Es el
lenguaje mudo del Sol, secreto, desconocido e inconciente que, si se expresa de
formas más honestas, puede no sólo proveer curación para nuestras propias
heridas, sino también generar un profundo reconocimiento de la ceguera y el
dolor de una colectividad que se volvió sobre otra para aliviar su propia
sensación de estar herida. Esta dama
hizo un largo camino, y su innata firmeza, tenacidad y pérdida del
sentimentalismo acerca de la vida, se transformaron para ser no sólo sus
mejores recursos, sino también las grandes fuerzas que ha comenzado a ofrecer a
otros que sufren de desórdenes alimentarios similares a los que ella sufrió.
El segundo ejemplo es
un escritor fracasado, un hombre que toda su vida ha sonado con publicar sus
novelas, quien sin embargo, invariablemente se "noquea" a sí mismo
produciendo trabajos imposibles de publicar. Él tiene al Sol en conjunción con
Quirón en Leo en la 5° casa. Su estilo literario es muy agradable y no tiene un
bloqueo perceptible para expresar su talento, pero todo lo que produce siempre
es demasiado largo, demasiado corto, demasiado denso, o demasiado
incomprensible, o los temas sobre los cuales elige escribir son de alguna
manera políticamente incorrectos u ofensivos para un grupo específico, como
para que los editores tengan una razón para temer. Por debajo de estos fracasos en el mundo
exterior yace el auto-sabotaje, y debajo del auto-sabotaje yace una profunda
convicción de que es menos que nada, de que es estúpido e incapaz de
expresarse, y de que si alguna vez logra que un trabajo se publique, será
burlado, criticado y rechazado como el peor. Hoy en día él no ha podido
utilizar lo que la carta le puede ofrecer, y no ha reconocido totalmente la
naturaleza real de su herida. Su niño divino interno fue herido tempranamente
por un medio social y educativo que percibió su vívida imaginación, como
amenazante, y su intensa preocupación por sí mismo y su necesidad de
expresarse, como algo egoísta. Sus padres, hasta donde yo lo veo, no pueden ser
hallados particularmente culpables; todos los padres tienen deslices de una
manera u otra, y éstos no fueron peores ni mejores que otros. Pero el sistema educativo en el que él creció
hizo lo que pudo para transformar a ese niño divino en un autómata socialmente
aceptable. Mucha gente experimenta este
tipo de presiones y frustraciones. Pero
aquellos con Sol-Quirón en Leo pueden ser particularmente limitados y más
fácilmente lastimados por la estrechez y el temor a la originalidad que frecuentemente
se encuentran en las instituciones educativas, que pueden llegar a destruir
inconcientemente el espíritu creativo que proclaman alentar. La vida, como Quirón bien lo sabe, puede ser
muy injusta.
Los aspectos entre el
Sol y Quirón no garantizan una solución servida en bandeja. Muchas personas no
encuentran su camino para resolverlo. Sin embargo, aunque constituyen un
profundo desafío, estos contactos son capaces también de transmitir una forma
especial de traer a la conciencia las heridas y de enseñar esta forma a otros.
Los aspectos difíciles entre los dos sin duda contribuyeron a que Jung (Sol en
Leo fuera de signo en cuadratura con Quirón en Aries) formulara una psicología
de lo colectivo y quizá también, llevaron a Dane Rudhyar (Sol en Aries en
oposición a Quirón en Libra) a desarrollar una astrología antropo-céntrica que
sirviera de herramienta para penetrar e iluminar, más que para el mero
pronóstico. No hay duda de que ambos
hombres sufrieron y ambos, en ocasiones, mostraron el lado menos atractivo del
Centauro herido; no me hubiera gustado estar casada con ninguno de ellos. Pero
ellos transformaron sus heridas en poder creativo y compartieron el don del
mítico Centauro de ensenar y curar. ¿Cómo llegaron ahí? ¿Cómo evitamos volvernos
un mini-Milosevic y elegimos en cambio la senda que favorece la voluntad de
vivir?
Quirón, el Centauro
instruyendo al joven Aquiles. Fresco en la Basílica de
Herculano Larousse.
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¿Cómo llegamos allí?
La casa y el signo en
el que Quirón está ubicado nos dice mucho acerca de dónde y cómo la vida nos ha
herido. Este es el lugar donde, no
importa cuán arduamente pretendamos buscar un objeto específico para culpar,
eventualmente descubriremos que las culpas yacen en la brecha entre el ideal y
la realidad y en la inevitable imperfección de la naturaleza humana. Podemos necesitar protestar contra la vida,
pero si no queremos caer en una amargura corrosiva que finalmente nos deforme y
enferme, necesitamos movernos más allá de la fase del furor de Quirón para
adentrarnos en la búsqueda de aquello que nos lleva más allá de la
identificación con el chivo expiatorio y la víctima, y más allá de la
concomitante inclinación a jugar el rol de la víctima propiciatoria. Esta
comprensión requiere una dispensa de la convicción espiritual y moral previa, y
encontrar una base más amplia desde la cual mirar la vida. Podemos necesitar renunciar a la idea de que
los buenos siempre montan caballos blancos y los malos caballos negros y,
debemos ser capaces también, de aceptar el hecho de que a veces gente buena y
decente sufre injustamente y que gente desagradable y repugnante se las arregla
muy bien y muere en sus ricas y confortables camas, a gusto consigo mismos.
Quirón y Walt Disney no son una buena pareja de amantes.
¿Cómo encontramos
este tipo de comprensión? ¿Cómo aprendemos a tolerar y perdonar genuinamente
sin ese superior y auto-satisfactorio "pon la otra mejilla" que
enmascara un resentimiento y una rabia profundamente inconciente? Quirón necesita del Sol para esta tarea. El Sol tiene el poder de afirmar la
particularidad y bondad del individuo y, sólo esto, puede contrarrestar el
veneno de la auto-compasión. La casa y
el signo en el que está ubicado el Sol en la carta natal, reflejan aquello en
lo que necesitamos transformarnos, si deseamos sentirnos verdaderamente vivos. Si el Sol está en Aries en la 5° casa y
estamos ocupados sacrificándonos y dedicando nuestra vida a los demás, entonces
en algún lugar algo no está funcionando, y una profunda deslealtad con uno
mismo puede estimular la amargura de Quirón. Si el Sol está en Sagitario en la 1° casa y
estamos ocupados fingiendo que no queremos que nadie se fije en nosotros,
entonces en alguna parte algo no está funcionando. Si el Sol está en la 10° casa en Tauro y
proclamamos no estar interesados en la seguridad material ni en el
reconocimiento social de nuestros talentos, en algún lugar algo no está
funcionando. Si el Sol está en 12° casa
en Cáncer y nos esmeramos en fingir que no creemos en una dimensión mística e
invisible de la vida, psicológica o espiritual, entonces en algún lugar algo no
está funcionando bien. Creo que necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: ¿Está
brillando el Sol en mi vida? ¿Soy yo mismo? ¿O es el miedo a la soledad, a la
no pertenencia lo que me hace fingir ser lo que no soy?
Igualmente creo que
debemos ponernos frente a Quirón y preguntarnos: ¿Cuál es la naturaleza de mi
herida? ¿Cómo me ha lastimado la vida y a quién culpo secretamente? ¿Qué estoy
haciendo para compensar, negar, ser indulgente, o proyectar esta herida? ¿Puedo
sentir compasión por mí mismo o sólo rabia y auto-compasión? ¿Dónde me siento
el chivo expiatorio y dónde trato de curar o destruir a otros para convencerme
de que no estoy herido? ¿Dónde me saboteo y hasta me destruyo por causa de mi
amargura? Para que el Sol y Quirón
trabajen juntos, debemos ser concientes de los dos. Hay una profunda y
misteriosa química entre los dos planetas que, si está trabajando para nosotros
más que en contra nuestra, parece movilizar la fuerza de la vida, no sólo para
nuestra propia expresión, sino también para la sociedad de la que formamos
parte. La alienación y el daño de Quirón impiden que el Sol se transforme en
arrogante e insensible; el calor y la alegría del Sol protegen a Quirón de la
desesperación. Como con todos los
elementos de la carta, el grado en el que estas dimensiones de nuestra alma nos
dan lo mejor de sí, depende de cuán concientes somos de su realidad dentro
nuestro. Esta no es una cura para toda la vida. La vida nos seguirá lastimando
de tiempo en tiempo, de una manera u otra, y las heridas de Quirón, aunque
hayamos podido hacer las paces con ellas, inevitablemente nos roban la
inocencia. La voluntad de vivir no se
moviliza por la creencia de que la vida es color de rosa, de que todo lo que
necesitamos es amor y de que alguna clase de dios-padre-madre, nos recompensará
si somos buenos. Está constituida por una materia muy dura y necesita realismo,
tanto como fe y fantasía, si es que vamos a dejar esta existencia con la
sensación de haber utilizado al máximo el don de la vida, que hemos recibido,
por más efímero que sea.
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